¿Le sueles dar muchas vueltas a las cosas? ¿Hay ocasiones en las que formas una montaña de un granito de arena? ¿Sueles ser una persona ansiosa? Quizás este post te ayude a entender porqué ocurre esto.
No en pocas ocasiones hemos escuchado la expresión “Tu peor enemigo eres tú”, refiriéndose a esos momentos en los que nuestra mente nos juega malas pasadas. Nos ponemos a pensar en bucle, alimentando y enganchándonos una y otra vez a pensamientos que realmente no nos acaban llevando a ninguna solución eficaz.
¿Por qué pasa esto? Vamos a hacer una breve rememoración de los orígenes del funcionamiento de nuestra mente.
Y es que, de los pensamientos de alerta de nuestros antepasados más primarios, dependía la supervivencia de los mismos. Por ello, su mente estaba en constante alerta, a expensas de prevenir cualquier peligro que afectara tanto a su supervivencia como a la de su tribu. Estos peligros realmente existían, como por ejemplo, ser atacados por un animal, protegerse ante catástrofes medioambientales, sopesar probabilidades de obtener alimentos de ciertas zonas y cómo obtenerlo…
¿Qué ocurre actualmente? Que evolutivamente nuestro cerebro sigue actuando de la misma forma, con la diferencia de que los peligros actuales son diferentes. De este modo, ante una situación que nos preocupa, nuestra mente genera diferentes posibilidades en las que pueda derivar ese problema, a fin de prepararnos para luchar en caso de ser necesario, con el inconveniente de que nos enganchamos a esa amalgama de pensamientos, como si fuesen a pasar realmente.
Y no hablo de cuando estamos preocupados por peligros reales, tales como que, si has bebido, estés preocupado, ya que es posible que tengas un accidente de tráfico, porque no estás en tus plenas facultades para conducir. Hablo de esos momentos en los que te imaginas miles de conversaciones que habrías tenido o que tendrás con esa persona, o posibles momentos incómodos que pasarán en esa reunión importante, en esa charla que tienes que realizar ante varias personas, o en todo lo que podrías haber hecho para evitar esa situación tan desagradable que te pasó… Y así podría seguir nombrando mil ejemplos más.
Hace unos días, hablando con una buena amiga mía, me comentó una frase de un filósofo francés, que viene muy al caso:
«Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron»
Michel de Montaigne
Muchas veces, automáticamente, nuestra mente empieza a rumiar sobre las distintas dificultades que se van presentando a lo largo del día. De ahí, vamos enganchando unos pensamientos con otros, van surgiendo diferentes emociones y sentimientos y acabamos montándonos una historia, sobre lo que pudo ser diferente o lo que podrá pasar, que ni Stephen King en sus mejores momentos.
Y me diréis, bien, ¿Y esto cómo se soluciona? ¿Qué puedo hacer si mi mente está constantemente generando pensamientos intrusivos y, al final, acabo martirizándome por cosas que ya pasaron en el pasado, con las que no puedo hacer nada, y preocupándome por cosas que me puedan pasar en un futuro, que muy probablemente no ocurran?
La clave está en aprender a no engancharnos a esos pensamientos.
Pero claro, aquí viene una nueva cuestión: ¿Cómo se aprende a no engancharte a los pensamientos? Porque seguramente ya lo has intentado en varias ocasiones. Y claro, si te dicen que no pienses en algo, tardas poco en pensar en ese algo, como si tu mente lo hiciese a cosa hecha.
¿Y si te dijera, que la cuestión precisamente está en dejar de luchar contra tus pensamientos y dejarlos estar, aceptándolos como parte de ti?
Para esto, existe una herramienta llamada Mindfullnes, que se encarga de ayudarte a entrenar esta habilidad. Aprender a observar cómo funciona nuestra mente, qué tipo de juicios y pensamientos son los que suelen generar en nosotros gran malestar, y cómo interactuamos con ellos. Es decir, aprender a observar y a estar presente en el aquí y ahora, sin dejarnos arrastrar por el constante estado de alerta que nos produce nuestra propia mente.
Ten en cuenta que el cerebro es como un músculo, por lo que realizar esta tarea requiere de un esfuerzo y de un entrenamiento como el que entrena cualquier músculo del cuerpo.
Con todo lo que acabo de exponer, no quiero decir que todo el contenido que produce nuestra mente sea dañino para nosotros. Es más, es necesario para seguir sobreviviendo, para mejorar y evolucionar. Simplemente hay que aprender a detectar cuándo estamos ante un razonamiento que nos favorece o ante un bucle de pensamientos que nos acaba generando sufrimiento.
¿Cómo distinguir un pensamiento que nos mete en ese bucle incesante de juicios y sentimientos de frustración y malestar, de los pensamientos que si nos ayudan a avanzar? La siguiente pregunta te ayudará:
«¿Te está siendo útil ese pensamiento?»
¿Realmente te está ayudando a encontrar una solución eficaz ante el problema que te preocupa o simplemente son juicios que siguen generando sentimientos de malestar y frustración, sin llevarte a ninguna parte clara?
Todo este proceso es demasiado complejo para explicarlo en esta ocasión, así que dedicaré algunos posts más adelante para explicar más detalladamente en qué consiste. Espero que este post te haya ayudado a vislumbrar un poco el proceso base de ciertos problemas de ansiedad. Y si te encuentras en una situación similar y estás cansadx o agotadx de esa situación, es el momento de ponerle fin.