En los talleres que realizo sobre gestión emocional, una de las emociones que salió a relucir fue la culpa. Culpa y rabia cuando se cometen errores que, si los viéramos en otros, no nos causarían tanto rechazo como viéndolos en nosotrxs mismxs. Es un sentimiento que causa mucho daño y que tiene una gran connotación negativa.
Nos han educado, a través de la culpa, la vergüenza, el castigo y el miedo, a realizar las cosas de una determinada manera, a hacer lo que se espera de nosotrxs y, cuando no llegamos a cumplir esas expectativas, reproducimos esas conductas que nos han ido moldeando desde pequeños. Llega el castigo a través de reproches, rabia hacia nosotrxs mismxs, insultos y, en casos más graves, autolesiones. Ocurre que nos hablamos y nos tratamos mal a nosotros mismxs sin darnos cuenta, de una forma prácticamente automática e inconsciente. No contactamos con esta situación hasta que nos preguntan cómo reaccionamos ante situaciones en las que nos equivocamos, o de dónde viene esa culpa.
Según la RAE, Culpa es toda acción u omisión que provoca un sentimiento de responsabilidad por un daño causado. Responsabilidad es la capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente.
Ante dos palabras cuya definición es aplicable a cualquier acto erróneo que cometamos, el uso que, culturalmente, se hace de una u otra influye en cómo nos afecta.
Esto es debido a que somos seres verbales, es decir, nos relacionamos a través del lenguaje.
De esta forma, ante una situación en la que se ha cometido un error, influye de una forma mucho más negativa en nosotrxs utilizar la palabra culpable que la palabra responsable, ya que culpable tiene mayores connotaciones negativas.
Es importante cuidar la calidad de nuestro diálogo interno, es decir, de cómo nos hablamos a nosotrxs mismxs, ya que ello influye de una forma notoria en nuestra autoestima. Un forma de empezar a cambiarlo es realizando este sencillo ejercicio:
Cambiemos el
«Yo soy culpable de …»
por el
«Soy responsable de …»
o
«¿Soy responsable de…?»
Este ejercicio, además, te va a ayudar a tomar un papel más activo en tus decisiones y a plantearte qué parte de responsabilidad tienes en la situación, para así poder aprender de ese error y detectar qué depende de ti y qué no.
Me encuentro en consulta a muchas personas, tanto hombres como mujeres, que tienen un miedo horroroso a cometer errores, debido a su historia de aprendizaje, y eso se manifiesta en diferentes conductas como dejarse llevar por la forma de vivir de otras personas, aceptar y acatar las decisiones de otrxs, no realizar algo hasta que alguien les da su aprobación, ignorar sus necesidades por cubrir las de otrxs, estudiar o trabajar de algo que no les gusta pero que le han dicho que es lo mejor para ellxs, o estar con una persona que no les trata bien o que no cumple los requisitos para ser esa persona con la que compartir su tiempo. Al fin y al cabo, se resume en sensaciones de vacío constantes, desorientación y un bloqueo por parte de esa persona bastante importante, ya que tiene limitada su capacidad para la toma de decisiones, por ese miedo a equivocarse.
Vivir una vida con sentido y plena, significa tomar decisiones y hacerte cargo de las consecuencias que puedan derivar de esas elecciones. Es elegir unas cosas y rechazar otras, equivocarte en unas y acertar en otras. Aceptar que te vas a equivocar y que en eso se basa tu evolución y tu aprendizaje. Por supuesto, he de añadir que mucho menos tienes la culpa de cómo otros se sienten cuando tú realizas alguna acción que va acorde con tus necesidades. Eres únicamente responsable de tu decisión y de las consecuencias de la misma, como persona que toma las riendas de su vida.
NO PASA NADA POR EQUIVOCARSE, todxs nos equivocamos en algún momento. Es hora de normalizar que somos personas y no máquinas. Es totalmente normal equivocarse. Es suficiente con asumir ese error, aceptarlo y realizar las acciones pertinente, NO ES ÚTIL ni necesario fustigarnos por ello, ¿no creéis?